Nos alojamos en el hotel Colonial, que se encuentra a la entrada de Roquetas, en primera línea de playa. A diez minutos hay un gran centro comercial llamado la Gran Plaza. Allí está una parada de autobús que nos lleva en un sentido a Roquetas centro y urbanización Las Marinas. En sentido contrario, con dirección a Almería capital pasando antes por Parador y Aguadulce.
Dedicamos gran parte del día a caminar. Por eso, el primer día y para conocer el lugar, por el paseo marítimo hemos ido al Puerto de Roquetas, donde las embarcaciones pesqueras y de recreo ocupan sus respectivos puertos. Destaca en el lugar, el castillo de Santa Ana, hoy convertido en sala de exposiciones y junto a él un anfiteatro moderno para festivales al aire libre y el faro. Una gran rotonda con un barco de vela en mármol, nos da paso a las varias calles y avenidas que nos llevarán al centro.
Antes de abandonar el Puerto, pasamos por la Parroquia de Santa Ana. Un inmenso edificio moderno, con un blanco de nieve, donde celebramos la Eucaristía del domingo.
Emprendemos rumbo al centro y encontramos la Parroquia del Rosario abierta y pasamos también a visitarla.
Seguimos nuestro paseo de vuelta hacia el hotel por la zona interior. Atravesamos un gran puente que nos llevará a la Gran Plaza. Antes de llegar, nos
encontramos a la derecha con el polideportivo y la plaza de toros.
La plaza de toros tiene una particularidad, pues el acceso a los distintos tendidos se hace no por el interior del edificio sino por una parte aneja a la que se sube por unos escalones y amplias terrazas que comunican con las puertas de los tendidos. En la parte baja de este edificio hay tiendas y bares. También en la plaza de toros está instalado un bonito y bien preparado museo taurino que visitamos.
Siguiendo nuestro paseo y ya muy cerca del hotel, se encuentra el auditorio donde se hacen exposiciones y representaciones teatrales.
A Almería capital hemos ido varias veces. Una para conocer su puerto y jardines adyacentes. Otra para conocer su Alcazaba y admirar las bonitas panorámicas de la ciudad desde allí. Otra para visitar su Catedral Fortaleza, la Virgen del Mar, Patrona de la ciudad y el convento de las Concepcionistas llamadas allí las Puras, que fue fundado por nuestra Dña. Teresa Enríquez. Al decir que éramos de Torrijos nos dieron facilidades para conocer su iglesia. En todas estas visitas fuimos descubriendo su gran comercio y saboreando algunos alimentos típicos.
En Aguadulce estuvimos un día caminando por el paseo marítimo partiendo del hotel. Esta localidad para mí tiene un especial interés porque allí estuve hace casi cincuenta años, cuando tuve que hacer un curso de instructor elemental que necesitaba para ser maestro. Sigue existiendo el lugar y dedicado como entonces a campamento. Es el “Juan de Austria”.
A Parador, que es otro pueblo, fuimos dos veces. Una para ver “el entierro de la sardina”, muy distinto al de aquí. De lloros, nada, todo era alegría, colorido y ritmo. Nunca mejor para decir “que a mal tiempo buena cara” pues compañeros de todos los días fueron los chaparrones y un fuerte viento que a veces nos arrastraba si no estábamos atentos. Otro día también estuvimos allí para enlazar con un autobús que nos llevaría a Berja a donde nos desplazamos para conocer esta población interior que nos aconsejaron. Allí disfrutamos haciendo la ruta de las fuentes y nos acercamos hasta el Santuario de la Virgen de Gádor, que estaba preparada para al día siguiente ser bajada al pueblo. Pasamos por El Ejido y contemplamos el” mar de los plásticos” donde en grandes superficies de invernaderos se cultivan grandes cantidades de frutas y hortalizas que hacen rica a esta zona, aunque este cultivo se extiende por toda la provincia. Algo que nos ha llamado mucho la atención en nuestro recorrido han sido los cerros y lomas que a veces parecía que estábamos en el oeste americano.
Por tren y desde Almería fuimos a Guadix. En el trayecto teníamos unas bonitas panorámicas de Sierra Nevada con la nieve al fondo y en primeros planos, almendros en flor. En Guadix y después de un largo paseo que la separa de su estación. Visitamos la Catedral que esperaba la llegada de su nuevo Obispo, sus casas solariegas, palacios y el Barrio de las Cuevas. Nos llamó mucho la atención pues a diversas alturas, se veían destacando en el negro del monte las puertas encaladas que daban acceso a las cuevas, que están habitadas. Visitamos una formada por tres habitaciones: entrada, comedor y dormitorio que sólo se distinguía de una vivienda normal por la ausencia de ventanas. La blancura de sus paredes y la luminosidad producida por las bombillas de luz blanca las hacían muy acogedoras.
Como todo viaje termina, también esta crónica de nuestra estancia en Almería, que nos han servido para conocer un poquito más a nuestra querida España.
Jesús Pazos
No hay comentarios:
Publicar un comentario